Don’t make me do. (Una pequeña reflexión.)

[Por Juan Carlos Prada Iglesias.]

Está claro que una interfaz se da por la interacción y articulación de dos entes, que uno se proyecta a través del otro, y que ese ente destinado a ser usado debe estar elaborado y configurado de tal manera que logre adaptarse a quien lo usa. Como la frase esa, don’t make me think: las personas son perezosas y les gusta todo facilito. Y aunque pueda parecer una afirmación arbitraria, no lo es. De hecho, (casi) toda la tecnología desarrollada en los últimos años está pensada para que los seres humanos tengan que hacer cada vez menos con sus propias manos. Llegará un momento en el que la proyección sea tanta que las interfaces, tal y como son ahora, perderán su sentido. O quizás no y tal vez sea una conclusión apresurada de mi parte, pero con lo rápido que avanza la ciencia y la tecnología, cualquier cosa puede esperarse. A lo mejor dentro de unos años la frase que se aplique para crear elementos de este tipo no será don’t make me think, sino don’t make me do, ¡el colmo de la accesibilidad! Y para allá vamos. Ejemplo de eso son los llamados ‘apartamentos inteligentes’, en los que se puede controlar todo desde la nevera. La relación del hombre con su entorno y con el resto del mundo se está transformando de una manera inimaginable, como lo plantea Paul Virilio en su artículo Velocidad e información. ¡Alerta en el ciberespacio!:

Junto al levantamiento de las superautopistas estamos enfrentándonos a un nuevo fenómeno: la pérdida de orientación. Una pérdida de la orientación fundamental que complementa y concluye la liberación social y la realización de los mercados financieros cuyos nefastos efectos son bien conocidos. Se está haciendo una duplicación de realidad sensible en realidad y virtualidad. Amenaza una estereo-realidad de géneros. Una pérdida total de los comportamientos del individuo que amenaza con ser abundante. Existir es existir – in situ -, aquí y ahora, – hic et nunc -. Esto es precisamente lo que se está viendo amenazado por el ciberespacio y lo instantáneo, la información globalizada fluye, lo que hay delante es una distorsión de la realidad; es un shock, una conmoción mental, y este resultado debería interesarnos. ¿Por qué?: Porque nunca ningún progreso en una técnica ha sido llevado a cabo sin acercarte a sus aspectos negativos específicos. El aspecto negativo de estas autopistas de la información es precisamente esa pérdida de la orientación en lo que se refiere en la alteridad (el otro); es la perturbación en la relación con el otro y con el mundo.

En fin, no cabe duda de que una interfaz debe ayudar a quien la usa a lograr lo que quiera de la manera más sencilla posible. Sin embargo, ya hablando concretamente de las interfaces virtuales (que son las que más competen a los diseñadores gráficos), deben brindársele opciones, para que esa persona escoja el camino para llegar a la solución de su problema o a la satisfacción de su necesidad o lo que sea. Por eso estas interfaces están (y deben estar) basadas en la narrativa hipertextual (o narrativa no-lineal), como lo define Lev Manovich en The Language of New Media: «una narrativa interactiva puede ser entendida como una suma de múltiples trayectorias. […] La narrativa se desmaterializa». El usuario debe tener la posibilidad de navegar como se le antoje. Es esa la característica primordial de la narrativa hipertextual: deja abiertos varios caminos. Así la articulación entre los entes participantes será mucho más concreta, haciendo que la interfaz sea exitosa. Aquí entra entonces el concepto de usabilidad, que tiene que ver con la optimización de resultados (¿Hasta dónde llegará dicha optimización? ¿Al punto de sólo escoger, y que un robot haga el resto por nosotros?).
 
Y junto con la usabilidad hay muchos otros elementos base para que una interfaz funcione correctamente, pero la idea de este texto no es definirlos, sino más bien reflexionar un poco acerca del alcance que pueden llegar a tener este tipo de aplicaciones dentro de la sociedad. De ahí sale esta pregunta: ¿qué tanta influencia tenemos nosotros como diseñadores gráficos en cuanto a dicho alcance? Se sabe que el diseño tiene que ver con prácticamente todo lo que hace parte de nuestras vidas, pero también hay que tener en cuenta que esta disciplina es muchas veces subestimada, que la gente tiende a pasar por alto. Podría pensarse que somos simplemente un medio más, dentro de los muchos otros que están llenando el mundo de información y tecnologías y falsas necesidades y etcétera. Lo que está pasando en este momento difícilmente pueda controlarse: el mundo se ha convertido, literalmente, en un pañuelo, y al diseño no le queda otra que adaptarse, así como la interfaz debe adaptarse a quien la usa. Todo lo que hacemos debe adaptarse a las personas con las cuales entre en contacto, a fin de cuentas. Don’t make me do.
 
Conclusión: a lo mejor no estamos tan lejos de la humanidad obesa y totalmente sedentaria que muestra la película animada Wall-E. Y todo será gracias a la proyección infinita que las interfaces lograrán proporcionar. Viviremos con una pantalla enfrente y los únicos músculos que usaremos serán, si acaso, los del dedo índice.

2 Responses to “Don’t make me do. (Una pequeña reflexión.)”

  1. camilo.velasquez dice:

    Me parece muy interesante esta reflexión además esta muy bien sustentada, sin embargo considero que esta dependencia con las nuevas tecnologías no debe verse únicamente como el enorme poder que ofrece una interfaz y por esta razón una persona pasa a ser dependiente de la misma. El hombre desde la revolución industrial y el enorme movimiento de la maquina, la maquina como remplazo de la mano de obra, como optimizadora de procesos, como elemento de practicidad, eficiencia, eficacia, entretenimiento, conocimiento, entre otros, ha venido cambiando su percepción, obviamente como usted lo menciona este problema tiende a ser peor a medida que la tecnología avanza y nos encontramos con sistemas, interfaces, objetos sumamente inteligentes y sofisticados que pueden hacer todo por nosotros. Como dije, creo que no es un problema de ahora, sino desde la aparición de las primeras maquinas. Este círculo vicioso, de necesidades/no hacer nada, ha hecho que el hombre rompa los límites de lo real con lo virtual. Por otro lado está el ataque indiscriminado de la sociedad de consumo, un consumo no solo de objetos y elementos necesarios, sino un consumo de datos, de imágenes lo cual genera una serie de estereotipos, dejando de lado el hecho de vivir en el mundo real si así se puede decir, y viviendo en función de lo virtual. Por esta razón importa más mantener una relación y una serie de estándares aceptados social y culturalmente en Facebook, que cultivar una relación frente a frente, o por esto mismo nuestro sistema de valores y de cómo queremos que el mundo nos vea muchas veces se ve mediado por lo que vemos en medios como televisión, cine, internet. Por todo esto creo que, una interfaz si se vuelve en una extensión del cuerpo, pero así como usted lo resalta, no hay que abusar de las facilidades o la satisfacción que nos puedan generar, porque si todo esto se construye en torno al ser humano a la sociedad a la cultura, que se podrá construir en el futuro, que interfaz podría ser creada a partir de la cultura en el futuro, o que necesidad tendríamos que saciar si ya están todas satisfechas?
    Por último creo que por más que para un diseñador gráfico como en su caso o en el mío, el diseño de interfaces sea enfocado a la parte grafica, en aplicaciones como páginas web, multimedia, animación, no debe limitarse a un acto de diseño en cuanto a forma, sino recordar como lo dice Sergio “Toda interfaz es resultado de una cultura”.

  2. Juan dice:

    Camilo, muchas gracias por su comentario. Me sorprendió mucho… ¡Un año después! Nunca pensé que alguien fuera a opinar sobre este texto, ni a leerlo con tanto cuidado. Le agradezco por haberse tomado el tiempo para hacerlo. Realmente se nota que usted está bastante interesado en este tema. Y bueno, al final toda nuestra vida se basa en esto, ¿no? Nos guste o no, debemos entender como funciona (o por lo menos intentarlo), y ver qué impacto tiene en lo que hacemos. Como dicen por ahí, «la gente le tiene miedo a lo que no conoce», y no queremos andar asustados con cualquier aparato inteligente que se inventen, ¿verdad?

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